lunes, 23 de julio de 2012

(X) 20. El trato de Ángela

Silvia se giró para mirar quién le hablaba y se dio cuenta de que era Ángela. Al fin había encontrado el momento propicio para preguntarle por la agresión a Raquel. La chica, de pelo corto y rizado, movía las manos con nerviosismo y no la miraba para no levantar sospecha. Aquello parecía como el encuentro que se da en las películas entre el policía y el confidente. Tenían que levantar la menor de las sospechas. 

- Mira. No me voy a andar con rodeos. Quiero que me digas lo de la agresión del mes pasado. Sé que estuviste allí. 
- Yo no sé nada –hizo ademán de levantarse. 
- Sí lo sabes –la agarró por el brazo- Y como no me lo cuentes, te voy a perseguir hasta que consigas decírmelo. Puedo ser muy persistente cuando me lo propongo. 

Ángela volvió a tomar asiento en el banco y centró su vista de nuevo en el partido que estaban jugando en la cancha. Miró a un lado y al otro para comprobar que no hubiera nadie que pudiera escucharlas. 

- No puedo contarte gran cosa. Me dieron dinero para que fuera a aquella hora a la biblioteca. Solo eso. 
- ¿Quiénes? - Por favor, no puedo decírtelo. Si te lo digo, vendrán a por mí. 
- Dímelo, necesito saberlo. Entiendo que tengas miedo, pero tenemos que acusarlas para que no se vuelva a repetir esto –imploraba-. ¿Sabes que enviaron a una chica a la enfermería? 
- Lo sé, lo sé –se repetía sin mirarla- Pero no puedo hacer nada. 
- No puedo creer que seas capaz de dormir por las noches sabiendo que fuiste parte de ello. 
- Yo solo hice lo que me pidieron. En esta cárcel es mejor tenerlas contentas a que te tengan en el punto de mira –apuntó- Tú no lo entiendes. Aquella agresión no fue nada. Quiero decir, no me malinterpretes, que Nacha y Morente son capaces de mucho más… 

Ángela palideció al instante. Había delatado los nombres de las dos personas que la habían obligado a hacer aquello. Enseguida se tapó la boca y comenzó a agitar la cabeza de un lado a otro. 

- Mierda, mierda, mierda… -se maldecía una y otra vez- Ahora vendrán a por mí. 
- No, no irán a por ti. Tienes que contarle a la directora lo que me has dicho… Seguro que así hace algo y deja de encubrirlas. 
- ¿¡Es que no lo entiendes!? Aquí todos oye y miran, todos saben lo que ocurre aunque estés sola. Nacha y Morente no están aquí por delitos menores. Vienen de toda una trama organizada. Si te las buscas de enemigas, tendrás que sufrir las consecuencias. No vale con que las trasladen o con que tengas suerte y salgas de aquí –respiró un poco- Vendrán a por ti, estés donde estés. Y ahora lo harán conmigo. 
- ¿Por decírmelo a mí?
- Ellas atacaron a Raquel para mantenerla a raya. ¿No lo entiendes? Es su modus operandi. A quien de verdad va en su contra… Le hacen cosas peores –seguía nerviosa por la confesión. 
- ¿Como qué? - Como buscar algo tuyo, investigarte. Te hacen la vida imposible hasta el punto de desear la muerte –decía en tono melodramático. 
- Me parece que estás exagerando… 
- ¡Para nada! –decía Ángela- Más de una tuvo que ser trasladada porque no soportaban estar aquí de esa manera. 
- Pues eso se va a terminar –zanjó Silvia- Vas a venir conmigo para contárselo a la directora. 
- ¡Ah, no! Eso ni pensarlo… Rezo porque no se enteren de que te lo he contado. Si se lo digo a la directora, me matarán, Silvia, me matarán. 
- Pero si dices que las protegen… 
- ¿Y qué? Cuantas menos broncas tengan, mejor… -negaba con rotundidad. 
- Ángela… 
- ¡No! Y no me líes más, bastante he soltado por hoy –y se marchó dejándola sumida en un mar de incertidumbres. 

Silvia se quedó pensando en la situación de Ángela. Tenía información como para mantener su versión de la agresión, pero no contaba con el testimonio y no sabía cómo utilizarla. La directora Jiménez nunca la creería si no llevaba pruebas y en el caso de que las llevara, tampoco sabía si la creería. ¿Qué podía hacer? Necesitaba pensar algo y rápido. No le gustaba la idea de que Nacha y Morente estuvieran a sus anchas y tuvieran a aquellas mujeres dominadas. Decidido: se la jugaría. Solo esperaba que la cosa le saliera bien. 

<< 19. La visita                         21. Contra las cuerdas >>

1 comentario:

  1. No sé qué se te puede ocurrir para arreglar esto, eh? xD Mente retorcida =p

    La cosa es que parece que Nacha y Morente mueven hilos más allá de esas cuatro paredes y "meterse" con ellas es condenarse una misma... ¿será viable que la directora actúe en contra de ellas? ¿No estará tan "corrupta" o sabe tan bien el nivel que alcanzan esas dos como para arriesgarse a ir contra ellas? No sé...

    ¡Cómo te gusta rizar el rizo! =p Y a ver, ansiosa me hallo a ver qué te inventas jejeje

    Un beso =)

    ResponderEliminar