miércoles, 29 de diciembre de 2010

Jaque mate


Se ponía como cada día enfrente de la gran fuente del parque. Colocaba su tablero de ajedrez y esperaba a cualquier caminante que quisiera retarla a una partida. Muchos fueron los que pasaron ante sus piezas y acabaron perdiendo. Nadie había conseguido ganarle ninguna partida, pues la joven vencía a cualquier contrincante. Las partidas que se jugaban apenas duraban unos minutos. El ritual era siempre el mismo: un joven se sentaba, la miraba y, sin decir nada, empezaba el juego. La joven no le miraba y, antes de que soltara dos palabras, ya tenía el rey muerto. A veces, cuando el contrincante se sentaba, intentaba despistarla agasajando algún aspecto de su belleza. La chica apenas se movía ni tampoco hacía el menor gesto de desconcierto, y la partida terminaba como era de esperar: ella triunfadora y él humillado por la derrota.

Día tras día, pasaban ante ella docenas de personas para retarla al ajedrez y siempre con el mismo resultado. Corría el rumor de que no tenía sentimientos, ya que no miraba a los ojos a aquellos contrincantes y tampoco les dedicaba palabra alguna durante la partida o después de ella. Nadie sabía nada de la vida de la joven, pero siempre a la misma hora aparecía en aquel parque con su tablero y no se iba hasta el atardecer, después de haberlos derrotado.

Cierto día, de en mitad de la multitud, apareció un joven que quiso jugar con ella. Después de que derrotara al enésimo contrincante del día, el chico se sentó frente a ella con serenidad. La joven no le miró, como de costumbre, se dedicó a colocar las piezas en su lugar y esperó a que comenzara el joven, pues tenía las blancas. Él se acercó lentamente al peón situado frente al alfil derecho y lo movió dos casillas. Cuando lo dejó, lanzó una pregunta a la joven:

- ¿Por qué nunca hablas?

La joven no contestó, realizó su movimiento y apenas se inmutó ante la pregunta. El murmullo de la gente aumentó. Algunos decían entre dientes que era una maleducada, otros suspiraban porque conocían el carácter de la chica. El joven no se rindió y movió el peón que estaba al lado del anterior, dejando al descubierto el alfil.

- No quiero distraerte, solo quiero hablar…

La chica movió de nuevo y no levantó la vista de la jugada. No parecía dispuesta a cambiar de opinión así como así. El joven sonrió y realizó otro movimiento.

- Siempre haces este movimiento –dijo mientras le mataba el caballo y retiraba la pieza del tablero.

Por primera vez, la chica levantó la vista de las piezas y miró a los ojos al joven. Su mirada era penetrante y enigmática. No sabía que alguien pudiera tener estudiadas sus jugadas y eso la sorprendió. Quiso innovar y movió otra pieza.

- Y ahora quieres cambiar… Es una buena jugada, ¿quién te enseñó?

- Mi padre –contestó.

Por fin había hablado y no sabía por qué. Aquel joven había conseguido desconcertarla como nunca lo había conseguido nadie mientras jugaba al ajedrez. Su mundo era aquel juego, ahí se escondía de todo lo que le preocupaba y nadie podía sorprenderla. El joven movió de nuevo y aprovechó para hacer otra pregunta.

- ¿Por qué no hablas?

- Si no me van a dar conversaciones interesantes, ¿para qué molestarme?

- Buena respuesta también –movió una pieza y se llevó la que acababa de matarle a la joven, que no daba crédito.

- ¿Cómo lo has hecho?

- Aquí las preguntas las hago yo –contestó sonriente mientras esperaba a que moviera de nuevo.

La partida avanzó durante una hora y no estaba claro quién iba ganando, pues cuando uno cedía el otro no conseguía avanzar y viceversa. La gente empezaba a sorprenderse del aguante del joven y se fueron reuniendo más curiosos en el lugar. La conversación avanzaba a la par que la partida lo hacía y la joven no comprendía cómo aquel chico había podido doblegar su carácter de aquella manera, pero, aun así, no estaba dispuesta a claudicar. Quería volver a ser la chica impertérrita e impasible, pero no lo conseguía, siempre la sorprendía con una jugada o una pregunta que la derribaba por completo. Llegó un momento en el que la partida estaba a punto de concluir, cualquier jugada decidiría quién ganaría y no debían arriesgarse. Ya no había vuelta atrás y ninguno de los dos quería quedar en tablas. El joven realizó un movimiento complicado y la chica sonrió pensando que aquello le favorecería.

- ¿Por qué estás tan triste?

Se hizo el silencio hasta que la chica efectuó el movimiento y se comió la torre del joven.

- No estoy triste.

- Sí lo estás… -ahora no miraba el tablero, la miraba a ella.

- No, sólo me concentro –respondió ella sin aguantarle la mirada.

- No es cierto, estás triste y es porque ocultas una pena –dijo mientras realizaba la jugada que esperaba.

La chica no supo qué contestar. No sabía si le había sorprendido más la jugada o la respuesta del joven. Por un momento no supo qué hacer y, cuando movió, realizó un movimiento equivocado.

- Supongo que no siempre estoy alegre y eso es porque no me fío de la gente, es mejor ser solitaria a que te hagan daño.

- Pero si no te lanzas a conocer gente, si no te dejas llevar cuando te sientes bien, ¿qué te queda? Miedo –movió otra pieza y la dejó al descubierto.

- Eso no es así –estaba acorralada, la jugada del joven había sido muy buena y la respuesta también- Solo que no estoy preparada…

- Si no lo intentas, no lo sabrás nunca...

- ¿Y si me hago daño? –movió de nuevo.

- ¿Y si no? –avanzó su pieza y la miró fijamente…

En cuanto la joven lo miró a los ojos comprendió que lo que le decía era verdad. Miró de nuevo al tablero y quedó sorprendida. Jaque mate.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Las notas del recuerdo


Notas de piano, cuidadosamente elegidas, son lo primero que se escucha. Por un momento, dan ganas de retroceder y comprobar en el letrero de la puerta que estamos en el CSIC. Cuando se entra en la residencia de estudiantes lo único que no se encuentran son estudiantes. El paso raudo y veloz de personas impide poder interactuar con ellas, pero salta a la vista que hace mucho que dejaron la facultad. Las notas continúan sonando hasta que, de pronto, se oyen aplausos y una puerta se abre para dar paso a la multitud que abandona el lugar. Al entrar en el salón de actos un piano de cola, ahora vacío tras el recital, preside la sala que, en épocas anteriores fue lugar de reunión de Dalí o Lorca. Precisamente es el piano que él tocaba el que acompaña al que hoy es protagonista. El instrumento del escritor se encuentra solo, vacío, nadie le toca, nadie se sienta ante él ni le dedica el tiempo que Lorca le dedicaba. Siente la ausencia de su intérprete, como si supiera que nadie como él volverá a pasear sus dedos por las teclas. Se mantiene expectante, inmóvil, insonoro, mientras cientos de personas escuchan a otro parecido a él, pero más renovado, y se maravillan del sonido que evoca. Es precisamente el instrumento de Lorca un fiel reflejo del paso del tiempo, no sólo por el aspecto añejo y abandonado, sino por el ambiente que lo rodea. En el año de su centenario, la residencia de estudiantes guarda poco parecido desde que los personajes ilustres que caracterizaron una época tan controvertida como la II República abandonaron la estancia.

Lo que antes era un fluir de mentes púberes deseosas de adquirir conocimiento, ahora se ha convertido en un ir y venir de viajeros, investigadores y demás personalidades que buscan estancia en el lugar por el módico precio de 77,60€ la noche. Así lo confirma una empleada del lugar, quien explica sus nuevas características. “Ofrecemos un servicio de alojamiento a todos aquellos que necesiten un lugar cerca del CSIC. Por aquí pasan muchas personas con distintos motivos: culturales, investigadores, académicos…Y además se llevan a cabo exposiciones y reuniones culturales”, explica mientras cede una llave a un joven que piensa hospedarse unos días. Cuando se le pregunta por la residencia de estudiantes de antaño, la empleada alude a la importancia que tuvo en cuanto a las personalidades que se alojaron en ella y lamenta que “no se haya preservado como tal”, pero su nueva función es de “vital importancia para aquellos que están de paso”. Quizá el cambio radique precisamente en esa descripción: en el ajetreo. Pocos elementos se mantienen de antaño, pues muchas de las instalaciones que engloban a la residencia han sido modificadas para la comodidad de los visitantes. Una sala de lectura plagada de la prensa diaria o una pequeña terraza con una televisión al fondo son algunos de los elementos que hay en la entrada. Si recorremos las instalaciones, veremos que en la planta baja hay una cafetería acondicionada con todo lo que un huésped pueda desear. Aunque algunos elementos gráficos todavía se mantienen para intentar preservar el espíritu de antaño.

De vuelta a la planta superior, la música vuelve a comenzar, es un aspecto insospechado para un lugar tan anclado a la ciencia como el CSIC. Preguntamos qué ocurre para que haya música en el salón de actos y se haya congregado tanta gente: “Esta tarde tendrá lugar un concierto especial a cargo del Coro y la Orquesta Nacional y ahora se encuentran ensayando”. El CSIC cede sus instalaciones para que se lleve a cabo un concierto tan multitudinario que hay más de cien personas en lista de espera. Más de 40 cantantes se reunirán esa misma tarde para, acompañados de los acordes de la Orquesta Nacional, deleitar a decenas de espectadores. La música continúa, ahora con un ritmo más elevado. La sala está vacía, ya todo el mundo se ha marchado del ensayo, pero no se para de tocar, siempre se ensaya, para que todo esté perfecto. Aunque, a priori, ciencia y música parezcan diferentes, su espíritu perfeccionista las une irremediablemente. En ambas materias, nunca se para de investigar, de mejorar, de perfeccionar hasta el mínimo detalle. Cada una, a su manera, otorga amplios beneficios al público al que van destinadas.

El pianista advierte nuestra presencia y se voltea para preguntar. Inquieto, confirma que es el director del Coro Nacional y que está ensayando para el recital de la tarde. Entre las canciones que muestra en la partitura, hay varias de la época de Lorca y explica que el concierto será un recuerdo a aquellos poetas de la Generación del 27 que habitaron el lugar. Se trata de un recital poético musical que contará con varias construcciones de poetas como Gerardo Diego, Rafael Alberti, Miguel Hernández y el propio Lorca. El espectáculo que tendrá lugar en unas horas es de vital importancia, pues se pretende “transportar a los asistentes a la época en la que vivieron los estudiantes de la residencia”, explica el director. Tanto el Coro como la Orquesta Nacional están ensayando con mucha energía para que todo salga perfecto. Dos o tres semanas es el periodo de preparación que necesitan para un acontecimiento de estas características. Es tal la magnitud del concierto que los ensayos se prolongan durante toda nuestra estancia. “Sabemos que esto es un intercambio de prestigio tanto para nosotros como para el CSIC y su residencia, y tenemos que hacerlo bien”, asegura. En cuanto a los asistentes, destaca que suele ser público “con gran interés cultural” y sabe que es “algo que choca”, pues la concepción del CSIC es altamente científica. Aunque no por ello se debe eludir “la gran importancia cultural que representó la residencia en una época pasada”, apunta rápidamente. Se disculpa por abandonar el lugar sin que le podamos preguntar nada más. Falta poco para el espectáculo, apenas unas horas, y hay mucho que preparar.

El ir y venir de personas no cesa. Un joven, más nervioso de lo habitual, deambula de un lado a otro. Cree que venimos a la prueba, pero nada más lejos de la realidad. Aclara su voz y sonríe mientras dice que va a intentar entrar en el Coro Nacional, por eso está ahí, para hacer su audición. Trae consigo varias carpetas con partituras de melodías que va ensayando en voz baja. Al poco de abandonarnos, el director del Coro Nacional vuelve hacia nosotros, esta vez, para hablar con el joven. “Adelante” es lo único que le dice. El aspirante nos mira con miedo y, por primera vez, vemos un rostro que bien se podría equiparar al de cualquier otro estudiante antes de un temido examen.

El paso del tiempo, la evolución de la historia y las nuevas demandas empresariales han cambiado sobremanera el aspecto que tenía la antigua residencia de estudiantes. Quizá no albergue a jóvenes inexpertos deseosos de aprender y sus moradores se hayan vuelto más nómadas que en antaño. Quizá los cambios no guarden relación con todo aquel tiempo pasado, que, según el dicho, fue mejor. Ya no se podrá ver a Lorca o Dalí recorriendo sus pasillos, pero en el ambiente, en su esencia, se mantiene ese halo de cultura y enseñanza que rodea cada palmo del CSIC. Suena la música de nuevo, notas suaves acompañadas por la voz del joven aspirante. No será Lorca quien toque fiel su piano, pero a través de la voz del cantante uno consigue volver al pasado.

martes, 23 de noviembre de 2010

La pajarita

La puerta de la habitación se abrió con violencia despertándola de inmediato. Los dos pequeños habían irrumpido en la estancia en medio de la algarabía y el entusiasmo de un nuevo día. Antes de que pudiera darse cuenta, ambos estaban saltando sobre su cama al grito de “Buenos días”. Con una amplia sonrisa los recibió y los tumbó sobre la cama para hacerles cosquillas. Los niños agradecían aquel recibimiento y respondieron raudos al ataque.

- ¿Se puede saber qué forma es esa de despertarme?

- Es que queríamos que vieras algo –dijo el mayor de los niños.

- A ver, a ver… -se mostró expectante.

- Mira –dijo mientras le tendía un dibujo que había pintado para ella- Somos nosotros jugando ayer.

Los ojos se le iluminaron al momento. Aquellos niños que apenas conocía desde hace un par de días le habían hecho uno de los regalos más bonitos que había recibido nunca. Apenas podía expresar su agradecimiento y se lanzó hacia ellos dándoles múltiples besos en sus mejillas. Cuando se separó del abrazo, tomó el dibujo entre sus manos y se quedó mirándolo. El más pequeño de los niños quiso tomarlo también y, sin querer, rompió la hoja por un costado, partiendo en dos la tierna escena.

- ¡Pedro! –gritó su hermano mayor al mismo tiempo que las lágrimas empañaban sus ojos- ¡Lo has roto! ¡Lo has roto!

- Tranquilo, Alejandro. No te preocupes, se puede arreglar –intentó calmarlo la joven.

- No, no se puede –gritaba enfurruñado y dedicándole la peor mirada a su hermano, que se mantenía inerte a sabiendas del daño que había causado- Tardé mucho en pintarlo y ahora no vale.

- ¿Qué pasa? – la abuela de los niños entró en la habitación al oír los gritos desde el piso de abajo.

- Nada, nada –dijo la joven- Pedro, vete con la abuela abajo a que te dé el desayuno, ¿uhm?

El niño apenas decía nada, también estaba llorando, como su hermano. Sabía que se había portado mal, pero no había sido culpa suya, simplemente, fue un accidente. Alejandro no lo miraba y se mantenía con los brazos cruzados de espaldas a la escena. Cuando se quedaron solos, Marta se acercó a él.

- No te pongas así. Sé que lo habías hecho con mucha ilusión, que habías dedicado mucho tiempo para que te saliera bien… Pero a veces esto pasa –le decía mientras le acariciaba el pelo.

- ¡No, ha sido culpa suya!

- Hay veces que nadie tiene la culpa, las cosas se rompen y punto. Son accidentes.

- ¡No! –seguía sin dar su brazo a torcer.

- ¿Te han contado alguna vez la historia de Xiana? –le preguntó para intentar cambiar de tema.

- No… -parecía que se relajaba.

- Ven –dijo mientras estiraba el brazo. El niño subió a la cama y se colocó a su lado- Xiana era una niña de ocho años que vivía en China. ¿Sabes dónde está China?

- No

- Bueno, pues está muy lejos de aquí, en la otra punta del mundo. Xiana estaba muy enferma y sus padres no sabían cómo curarla. La habían llevado a muchos médicos y ninguno sabía qué le pasaba. Estaban tan tristes que pensaron que no se recuperaría… Hasta que un día apareció un hombre y les dijo que podría curar a su hija.

- ¿Cómo? –preguntó Alejandro impaciente.

- Le dijo que si quería recuperarse de su grave enfermedad debía hacer esto –tomó entre sus manos el papel roto y comenzó a plegarlo de forma muy concreta- Pero no sólo una vez, tenía que hacerlo un millón de veces. Solo entonces la niña podría recuperarse.

El pequeño no perdía detalle de lo que estaba haciendo con la hoja rota. Ya se le había olvidado el disgusto y quería saber qué pasaría después de tanto pliego de un lado a otro. Cuando hubo terminado, el folio se había convertido en una pajarita de colores formada por el dibujo que había hecho Alejandro.

- Esto era lo que tenía que hacer un millón de veces –dijo mientras se lo tendía al pequeño.

- Guaaaaaaaaaau, ¡qué chulo! ¿Y se curó?

- ¡Desde luego! Llegó a hacer más de un millón y los repartió entre su gente.

- ¡Genial!

- Lo que quiero que entiendas es que, aunque las cosas se rompan, se pueden hacer otras muchas… Solo tenemos que dejar volar nuestra imaginación y estar dispuestos a cambiar las cosas. ¿Te gusta?

- Sí, mucho –dijo sonriendo.

- Pues quédatela. Luego te enseñaré a hacerlas, ¿vale?

- ¡Sí!

- Y ahora creo que deberías ir abajo a pedirle perdón a tu hermano, ¿no te parece? –apuntó con cierta severidad pero sin perder la sonrisa.

- Joooo, Marta, es que me lo ha roto.

- ¿No te gustaría a ti que te perdonaran si hicieras algo malo?

- Supongo… -contestó cabizbajo.

- Anda, corre. Y enséñaselo a tu tía, que ella no sabe hacerlas y le va a gustar.

- ¡Vale! –dio un salto y se fue no sin antes darle un beso en la mejilla por el obsequio.

Cuando el niño se marchó, Marta comprobó que había alguien observándola desde el marco de la puerta. Cristina, su amiga que la había invitado a pasar unos días allí, la miraba con una sonrisa.

- ¿Me espiabas? –apuntó con ironía.

- Claro, me preocupo por la integridad de mis sobrinos –sonrió pícara mientras se acercaba a la cama y se sentaba en el borde.

- Ah, entiendo. Pero no debes preocuparte, no está en mis planes comérmelos… de momento.

- Gracias por el aviso, estaré atenta –le guiñó un ojo- ¿La historia que le has contado termina así?

- No, a decir verdad, no… -dijo poniéndose seria.

- ¿Entonces?

- Bueno, Xiana no llegó a hacer un millón de pajaritas… Pero creo que lo mejor era decirle que sí. Los niños son listos, pero no hace falta fastidiarles la ilusión. Ya tendrán tiempo para eso.

- Así que no hay posibilidad de mejorar las cosas. Todo se muere cuando se rompe.

- Depende.

- ¿De qué? –preguntó Cristina intrigada.

- De la persona, desde luego.

- ¿Y en mi caso? –ambas sabían de qué hablaban.

- Depende de lo que quieras hacer. Puedes cambiarlo todo y crear algo nuevo a partir de algo roto. Solo debes pensar que las cosas pueden cambiar, que no están muertas. Y para eso debes olvidarte del tiempo que dedicaste a tu dibujo y pensar que vas a lograr algo diferente. No mejor ni peor, diferente.

- Sí, ya te comprendo, yo soy de las que le gusta pegarlo todo con celo…

- Tal vez… pero cuanto más lo pegues, más débil se volverá y se romperá una y otra vez hasta perder todo el atractivo que tenía cuando lo dibujaste. Olvida el dibujo, crea con tus manos y forma una pajarita. Dentro de ella, a pesar de todo, seguirá estando el dibujo.


jueves, 14 de octubre de 2010

Periodismo deportivo: ¿el nuevo Sálvame?

Paradójico me resulta que los alumnos de la carrera de Periodismo nos pasemos cinco años de nuestra vida escuchando a infinidad de profesores decir que debemos huir del sensacionalismo cuando, a las primeras de cambio, nos lo encontramos en todos lados. En los tiempos de crisis que corren (y muchas veces sin estar en medio de estas crisis) los medios de comunicación emprenden, todavía con más fuerza, la batalla de las audiencias. Y, desde luego, para ganar audiencia está visto que todo vale. Si la época dorada del periodismo español decía que lo importante era informar con rigor y desde la objetividad, ésta no sé exactamente cómo calificarla.

Somos conscientes de que los tiempos cambian, los medios evolucionan, las nuevas tecnologías abren infinitos caminos para relanzar la información a cualquier parte del mundo... el periodismo, al fin y al cabo, se reconstruye para abarcar un nuevo sector. Pero lo que antes era un cambio de soporte, se está volviendo también un cambio temático, de tratamiento de la información. Sin ir más lejos, desde hace varios años estamos asistiendo a la eclosión de los programas del corazón como alternativa diaria y semanal a cubrir el interés de los espectadores. Fue gracias a Tómbola, programa emitido en Canal 9 durante la década de los 90, cuando descubrimos un nuevo periodismo que iba más allá de la prensa rosa, fenómeno que se había quedado corto para la amplia demanda ávida de saber de la vida de los famosos. La aparición de Gran Hermano y otros realities de este tipo hicieron de ellos una necesidad diaria en la vida de los televidentes. Tras este programa han sido muchos los Salsas Rosas, Norias, DECs y Sálvames que nos llenaron las horas de televisión y cambiaron programas entretenidos y familiares por discusiones barriobajeras e informaciones exclusivas nada relevantes.

Nunca he sentido gran pasión por este tipo de periodismo, por lo que he optado por no enchufar la televisión o irme directamente del salón si alguno de mis familiares lo veía. Pero ahora estoy asistiendo perpleja al resurgir de la prensa del corazón y de los programas rosas en un campo del periodismo que esperé, ilusamente, que no fuera mancillado. El periodismo deportivo siempre ha sido una de mis grandes pasiones, me gusta ojear la web de Marca o de Sport para ver qué se cuece en materia de deportes, veo los programas deportivos de Teledeporte y la sección de cada informativo para analizar qué tratamiento se le da a las noticias.

Curiosamente, de un tiempo a esta parte, ya no veo tanto la televisión y entro cada vez menos a dichas ediciones digitales. ¿Por qué? Pues porque tengo la impresión de que estoy viendo un Sálvame Deluxe decorado con balones de fútbol y raquetas de tenis. Ya no interesan los demás equipos, no se habla de Sevilla, Valencia, Atlético o Getafe; se habla de si Mou se rasca la oreja, si Cristinano corre más rápido que un atleta, si Messi es la imagen de Dolce & Gabanna o Villa tiene la maldición del 7 con España. Son reportajes burdos, absurdos, que buscan la confrontación, que apenas se contrastan, a todo color, con música hortera y con la voz en off que recuerda más bien al "ayayayay" del Tomate que a un redactor de televisión. Y lo curioso es que hemos avanzado en el tratamiento de la información deportiva dedicándole espacios de 30 minutos en algunos casos, como Cuatro o LaSexta, pero siguen estando repletos de lenguajes y contenidos más propios de Jorge Javier Vázquez que del mítico Matias Prats.

Eso hablando de los medios audiovisuales, que luego están los escritos... Cuando el diario deportivo más vendido de España dedica semejante portada a una chorrisandez como ésta es cuando te das cuenta de que algo va mal. Pero no es sólo cosa de Marca, Sport tampoco se queda corto... Las portadas más ofensivas de este diario han ido directamente hacia jugadores del Real Madrid, eterno rival del FC Barcelona, que por otro lado, es el equipo que defiende este periódico. ¿Tan difícil es crear un medio deportivo que sea imparcial, que informe más o menos por igual y que busque atraer al público con noticias de verdad? Porque es inevitable que el fútbol es el deporte rey y que Barça y Madrid los equipos de los que hay que informar, pero, ¿por qué no acercarnos más a un periodismo deportivo de calidad y menos a un Sálvame? Es lógico que Mou levante expectación, que en Barcelona también quieran sacar tajada de esto... pero nos pasamos día sí, día también viéndolo en las portadas de estos diarios, los que son llamados a informar del deporte a nivel nacional. Los directores de estos medios deberían optar por rejuvenecerlos y crear una nueva era en cuanto a periodismo deportivo. Y hablando de directores, no me puedo olvidar del señor Eduardo Inda, director de Marca, porque ya el año pasado me sentí bastante molesta con su manera de incitar a la destitución de Manuel Pellegrini, un entrenador que consiguió con el Real Madrid la friolera de 96 puntos en un campeonato de Liga, y todavía sigue haciendo de las suyas con Mou, pero a la inversa. Le recordaré al señor Inda que el periodismo que está realizando no consiste únicamente en alabar al entrenador portugués y relanzar su propia imagen allá donde va, porque se pasa la vida ensalzando su labor con artículos en su periódico de sus apariciones públicas y con su videoblog personal. El periodismo deportivo trata de mantener informado al público. Al menos el señor Relaño, su homónimo del diario AS, lo hace con un poco más de sutileza... Pero para poco sutiles, los del Sport: Carazo y compañía... Éstos es una historia aparte, podría hablar de ellos y no acabar nunca.

Lo que quiero decir, en resumen, es que, como lectora de este tipo de prensa, no me siento para nada identificada con el medio que me presentan. Me gustaría un medio más objetivo, menos polémico y más abierto a todos los equipos. No puede ser normal dedicar 20 páginas a Barça y Madrid para hablar de tonterías y dos o tres para Valencia y Atléti que están siendo un revulsivo a una liga tan apretada... Por no hablar ya de la aparición de otros deportes, no sólo en prensa, sino también en televisión, que parece que les cobran por darles unos minutos de emisión.

Mientras tanto, muchos de nosotros, futuros periodistas, clamamos al cielo ante semejante ineptitud y deducimos que nuestro destino estará entre rendir pleitesía a semejantes medios o vivir de pie y en el paro. Hagámoslo, pues.

martes, 5 de octubre de 2010

29-S: ¿Los medios tradicionales tardaron en informar?

España se mantuvo expectante el 29 de septiembre para comprobar si la Huelga General convocada por los sindicatos obreros iba a ser acogida por las masas en mayoría o, por el contrario, se iba a quedar en una mera anécdota. La información era mucho más necesaria ese día para el público, pues estaba en juego saber cuál era la respuesta ciudadana ante la reforma laboral propugnada por el gobierno central. Pero no sólo sería un pulso entre gobierno y sindicatos el que marcaría ese día, sino también una guerra entre medios tradicionales y medios digitales para llegar a un público ávido de noticias.

Los sistemas digitales fueron un bombardeo de noticias actualizadas en tiempo real, mientras que los medios de comunicación tradicionales tuvieron que dar una cobertura informativa más lenta teniendo como principal hándicap su periodicidad, que desembocó en un contenido obsoleto publicado el día después de la huelga. Por si fuera poco, algunos medios asistieron impasibles al parón por parte de algunos de sus trabajadores, factor que dificultó aún más la posibilidad de una tirada normalizada.

La realidad es que los medios digitales tienen claras ventajas sobre los medios tradicionales a la hora de cubrir noticias que necesitan una cobertura informativa importante. Estos recursos son la posibilidad de subir fotografías y vídeos desde cualquier parte del país y colocar elementos infográficos como mapas para que el usuario pudiera saber el estado de la huelga en su ciudad. Por si fuera poco, los medios digitales cuentan con una interactividad que los medios tradicionales no tienen, como puede ser la inclusión de encuestas y la aceptación de comentarios en sus páginas. Estos mecanismos sirven para que el lector pueda saber hasta qué punto ha sido exitosa la huelga y para unir opiniones comunes dentro del ciberespacio. Por si fuera poco, estos medios han incluido entre sus opciones la posibilidad de que los usuarios puedan compartir la información en las distintas redes sociales como Facebook o Twitter, lo que posibilita la globalización de la información digital en detrimento de la expuesta sobre el papel. En el caso de esta última red social, la huelga se convirtió en trending topic, es decir, en tema mundialmente compartido, el día que se llevó a cabo.

Pero no sólo sirve internet para informar de la huelga, sino también para movilizar a los ciudadanos. En el caso de la huelga del 29-S, muchos medios digitales y redes sociales han servido de movilizadores e informadores a partes iguales. Sin ir más lejos, la red social Facebook se vio colapsada por múltiples páginas de fans que llamaban a la huelga general.

Aunque todo parezcan ventajas, también hay que destacar que la inmediatez por la que se caracterizan estos medios digitales está reñida con la comprobación de datos y verificación de fuentes, lo que hace posible la creación de una información menos completa. Ésta sería una de las grandes armas que deberían emplear los medios tradicionales. Pero es innegable que la prensa tradicional va a tener que buscar un buen revulsivo aparte de la calidad periodística para hacer frente al ataque de las nuevas tecnologías si quiere salir victoriosa de la guerra.