lunes, 12 de diciembre de 2011

Cuestión de perspectiva

¿Existe realmente el azar? ¿Qué es lo que determina que un hecho suceda o no? ¿Cuestión de suerte o de habilidad? Algunas personas achacan sus logros a la propia fortuna. Otros consideran que todo lo que han obtenido ha sido por sus esfuerzos, por sus virtudes. Personalmente, no es que crea en la suerte, pienso que todos logramos nuestras metas si somos constantes. Pero sí, también opino que hay que saber aprovechar lo que nos presenta. Porque la suerte está ahí, tal vez, pero si no tenemos la confianza, la habilidad o la posibilidad, como prefieran llamarlo, para realizar la acción, no sirve de nada.

Se preguntarán por qué estoy tan filosófica hoy. La realidad no es otra que las declaraciones que realizó José Mourinho tras finalizar el partido que jugaron Madrid y Barcelona, donde los culés ganaron 1-3 al eterno rival. El luso apuntó a la suerte como uno de los motivos de que su equipo perdiera el encuentro. Bueno, quizá el segundo gol sí fue producto de la suerte. Pero no le puedo dar la razón en el gol de Alexis o en el gol de Cesc, ni siquiera en el de Benzema, que vino de dos rechaces en Busquets. ¿Fue suerte que el francés marcara en el minuto 1? No, estaba bien posicionado y Piqué no le tiró bien el fuera de juego (acierto del francés, fallo del catalán, pero no suerte). ¿Y el gol de Alexis? Messi se fue de todos los contrarios que encontró y cedió para el chileno que disparó duro para sortear a Casillas. Nada tuvo que ver la suerte. El gol de Cesc, tres cuartos de lo mismo. La galopada y el centro magnífico de Dani Alves ya eran medio gol, pero no fue suerte que entrara. Un segundo más tarde y Coentrão podría haber alcanzado al de Arenys, pero no fue así.

Es una verdad mundialmente reconocida en el fútbol que, cuando un equipo pierde, es más fácil aludir a la fortuna o al azar que a los propios errores. No discuto que el Real Madrid jugara atrevido, lo hizo. Pero solamente en los primeros compases del partido. Después del 1-1, se dejó diluir como un azucarillo bajo la intensa lluvia del Bernabéu. En la segunda parte, cuando la tormenta azulgrana se desató en el campo, los merengues solo pudieron nadar a contracorriente y gracias a Casillas, que estuvo nuevamente providencial, se pudo evitar un resultado mayor.

Es cierto que los madridistas contaron con sobradas ocasiones para ponerse por delante en el marcador y posteriormente, en la segunda mitad, empatar el partido. No fue cuestión de suerte, fue cuestión de confianza. La confianza que le faltó al equipo, la que sí tuvieron en el gol de Benzemá, pero la que perdieron cuando se les puso todo en contra. Mourinho podrá achacarlo a la suerte, al fallo por partida doble de Cristiano, a la parada, según él por fortuna y no de mérito, de Valdés a disparo de Kaká, al golichurro de Xavi con ayuda de Marcelo, a lo que él prefiera... pero las Ligas no se ganan por suerte. Hay que mimar mucho el balón y saber aprovechar las circunstancias.