miércoles, 25 de julio de 2012

(X) 21. Contra las cuerdas

Caminaba de un lado al otro del pasillo, nerviosa, preocupada. Tenía que salir bien, lo conseguiría. La puerta ante la que se encontraba se abrió de repente. La señora Jiménez la invitó a pasar con un gesto y Silvia se apresuró a obedecerla. 

- Dime, ¿qué querías hablar conmigo? –preguntó mientras tomaba asiento. 
- Verá. Usted sabe que hace tiempo que le dije que tenía que investigar la agresión de Raquel. Como no quiso hacerme caso –Silvia hizo una pausa y la directora torció el gesto- me he dedicado a investigar por mi cuenta. 
- ¡Te dije que lo dejaras estar! 
- Ya, pero no quise. No creo que le haga mal a nadie investigando qué pasó. Y si usted no quiere hacerlo, pues tendré que hacerlo yo misma. 
- Bueno y si ya lo has investigado, ¿qué quieres que haga yo? –contestó con cierta bordería. 
- Sé quiénes la atacaron y cómo se desarrolló todo. 
- ¿Y tienes pruebas para demostrarlo o simplemente has dejado volar tu imaginación detectivesca?
- No se burle de mí, le digo que sé quién lo hizo y eso es porque tengo la confesión de una persona. 
- ¿Y dónde está que no la veo? 
- Bueno, pues… -dudaba- No quiere dar su nombre, se siente en peligro. 
- A ver si me entero bien, ¿estás lanzando una acusación con un testimonio que ni siquiera quiere confesar? No hay que ser muy listo para ver que tu teoría no se sostiene. 
- Si va a seguir protegiéndolas, adelante. Pero le aseguro que no le va a hacer ninguna gracia las consecuencias. 

Silvia se levantó de la silla e hizo ademán de salir por la puerta. La señora Jiménez la paró en seco y le pidió que se quedara. 

- ¿Qué consecuencias? ¿De qué estás hablando? –por primera vez estaba preocupada. 
- Sí, consecuencias… Para nadie es un secreto que todas las personas de esta cárcel, tanto presas como el personal, están encubriendo ciertas actitudes que en otro lugar serían intolerables. 
- No te pases de lista… 
- No, no me paso de lista, digo lo que veo –continuó- Si usted no hace nada contra estas dos personas, creo que ya ni hace falta decir quiénes son, me veré obligada a tomar medidas. 
- ¿Qué medidas? ¡Explícate y deja de divagar! –estaba perdiendo la paciencia. 
- Ayer vino a verme mi madre. Le dije que aquí pasaban cosas raras, ya sabe, cosas injustas –se recostó en el asiento con la seguridad de quien maneja la situación- Y claro, le dije que si en dos días no me ponía en contacto con ella, que avisara a mi amigo Pedro. 
- ¿Quién es ese Pedro? 
- Ah, le gustará conocerlo. Es un periodista del Diario de Sevilla. Majete él, sí. El caso, que me voy por las ramas… Que si no la llamaba, mi madre llamaría a Pedro y le contaría mi versión. 
- ¿Qué versión, niña? ¡Habla claro! 
- Ay, señora directora, no la veo bien. Relájese. ¿Pues qué versión iba a ser? De cómo usted está encubriendo a Nacha y Morente. De cómo esas dos tienen a todas las presas. De su mala gestión y de lo mal que funciona esta cárcel. 
- Serás… -pegó un respingo de su asiento. 
- Yo de usted me trataría con cariño –cruzando los brazos- No querrá que mi madre le cuente a Pedro más cositas interesantes, ¿verdad? No creo que le guste a la Diputación de Andalucía todo lo que le puedo contar. Y mucho menos si pretende que le den la subvención que tanto anhela para irse de aquí, ¿no? 
- No te creo, estás de farol –dudó por un instante. 
- ¿Ah, no? Pues llame por teléfono a la redacción. Pedro González Romero. 29 años. Redactor en la sección de Política. ¿Le doy la talla de zapato o así le va bien? 
- Está bien. ¿Qué quieres? –se resignó. 
- Quiero que castigue a Nacha y Morente. Un castigo ejemplar. Usted verá cómo se lo monta, pero que paguen por lo que hicieron. No creo que le hagan falta pruebas para saber quiénes fueron. Usted misma lo sabe, pero prefiere mirar a otro lado. 
- Vale –contestó a desgana- Pero no te creas que te voy a complacer en todo lo que quieras. 
- Todo lo que quería es esto… Si lo hace, ya me habrá complacido. Dos días, no lo olvide –y salió por la puerta del despacho. 

Silvia no podía creerlo. Su plan había funcionado. Solo tenía que esperar a que la directora cumpliera su palabra y podría hacer justicia con Raquel. Le apetecía ir corriendo a contárselo, hasta que recordó que seguían sin hablarse. Toda la felicidad se tornó en melancolía. La echaba de menos, pero no sabía cómo decírselo. Pensó que era mejor que el tiempo curara las heridas porque, ¿para qué estropearlo más? 

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2 comentarios:

  1. "Con la prensa hemos topado querida Satinest" =p El cuarto poder, ¿no? No podía faltar que saliera este poder viniendo de quien viene la historia... jejeje

    Pues sí, con este panorama más vale que la señora Jiménez se ande con cuidado porque Silvia no se anda con chiquitas a la hora de marcarse faroles... vamos, que ni una experta jugadora de poker xDDD

    A ver si de una vez estas dos pedorras son castigadas como se merecen y con ellas son "vengadas", no sólo Raquel, sino todas las que han sufrido por su culpa...

    Ains... jo, pues igual si se acerca a Raquel... o no... a veces hay que dejar tiempo y espacio, es verdad, aunque es tan complicado cuando esa persona te importa y la echas de menos... pero bueno, tiempo al tiempo, dicen que eso sirve, a ver si es verdad... No sé... igual al final sea Raquel también la que vea que Silvia sólo ha querido ayudarla en todo este tiempo y se acerque... qui lo sap? =p

    Un besote tardona!!! ^^

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  2. Hombre, por supuesto, a ver si con la tontería no voy a meter a mis amigos redactores... :)

    ¿Faroles? ¿Quién dijo faroles? ;) Te sorprendería lo que puede hacer esta mujer... Ahora, el plan ha salido bien, de momento... Porque esto no se ha terminado aún!

    El castigo es muy relativo. Tenemos la palabra de la directora pero ¿y si se echa atrás? Lo veremos en el siguiente capítulo...

    Las cosas no son tan fáciles como parecen. Si te importa una persona, te acercas no? No puede estar la cosa peor de lo que ya está. Pero no todos son tan valientes. Lo mismo que te dije una vez... El tiempo a veces no nos ayuda en lo que quisimos una vez, sino a descubrir otros caminos.

    Un beso, nena! (y no me llames tardona... Si hubieras visto la cocina... xD)

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