jueves, 15 de julio de 2010

El poder del fútbol

Ahora, después de cuatro días desde que España se proclamara campeona del mundo de fútbol, es cuando puedo mirar todo lo sucedido desde la lejanía y con la plena convicción de que no ha sido un sueño. ¿Por qué digo esto? Supongo que para todos los amantes del fútbol como yo, ver a la Selección Española siendo la reina mundial era un imposible hasta que, hace dos años, un equipo formado por 23 jugadores nos hicieron creer que los sueños se pueden realizar. En 2010 muchos de esos jugadores no han podido estar para repetir el logro, pero la calidad mostrada en la Eurocopa de 2008 no ha sido un mero espejismo y los cambios en el combinado no han afectado a los resultados.

El fútbol es el deporte rey de este país, al igual que el rugby, el beisbol o el baloncesto lo son en Estados Unidos. Pero lo que siente un aficionado al fútbol no se queda solo en los estadios, el fútbol tiene un poder increíble y eso es algo que he podido comprobar de primera mano. Desde bien niña he estado señalada por los demás solo por el simple hecho de adorar este deporte. Siempre me han colgado la etiqueta de rara por ser mujer y que me guste el fútbol. Pero lo que pocos saben es que este deporte me lo inculcó mi padre desde muy chiquitita. Con cuatro años me sentaba junto a él y disfrutaba de los partidos retransmitidos los sábados por la noche. Es cierto que no entendía mucho las reglas, pero él, cargados de una inmensa paciencia, intentó explicarme los detalles de este gran deporte. Conforme me iba haciendo mayor, adopté una postura crítica y apasionada del fútbol, tanto, que hasta me interesé en el equipo femenino local, pero mi padre, conocedor de mi gran capacidad para romperme huesos y demás, hizo que desistiera. Lástima, es una espinita que llevaré siempre clavada.

Mi afición al fútbol era tal que ya con doce años sufría las derrotas de mi equipo en mis propias carnes. Si ellos perdían, yo lloraba a mares, lo sentía como si fuera yo la que jugaba. Si ellos ganaban, yo lo celebraba como si la copa fuera para mí. Conforme me hice mayor, pude contener estas salidas eufóricas, pero aprendí muchas más cosas sobre el fútbol. El problema es que la Selección Española no conseguía satisfacer mis ansias de verles alzar una copa. Cada Mundial, cada Eurocopa nuestra selección volvía a casa sin pasar de cuartos. La maldición de los cuartos, dicen los expertos. Llegó la Eurocopa de 2008 y yo esperaba que acabáramos en cuartos también. Si no habíamos pasado antes, ¿por qué iba a ser diferente ahora? Por entonces ya estaba trabajando y ver los partidos me venía muy mal porque siempre tenía turno. Antes de darme cuenta, nuestra selección estaba en cuartos y además desplegando un juego elegante y temido por todos. Empecé a convencerme del milagro. ¿El problema? Italia. Ése era el rival... Aquel partido pude verlo porque no trabajé y, cuando llegaron los fatídicos penaltis, pensé que los cuartos volvían a llamar a nuestra puerta para decirnos: "Vuelve a casa". Pero San Íker nos salvó y cuando vi que estábamos en semifinales, supe que íbamos a ganar... Un presentimiento, una necesidad, ya nada nos podría parar.

Tras conseguir la Eurocopa, hicimos una fase de clasificación para el Mundial increíble: 10 victorias en 10 partidos. Alucinante. No podríamos ir con mejores expectativas. Llegó el día 16 de junio, nuestro debut, y todos estábamos esperanzados y confiados. Zas. Un toque de realidad. No se debe subestimar al enemigo pequeño, las grandes victorias de la historia también las protagonizaron las pequeñas potencias. Fue un golpe de atención que nos hizo no dormirnos en los laureles. Muchos comenzaron a pensar que sería como siempre: a cuartos y para casa. Otros se burlaron de nosotros. Pero si hay algo que ha demostrado esta selección es que hay mucho orgullo y mucho tesón y que es capaz de superar todos los obstáculos.

El 11 de julio de 2010 pasará a la historia como el día en que la Selección española de fútbol se proclamó por primera vez campeona del mundo. Pero también será recordado por el día en que millones de españoles se unieron bajo una sola voz para celebrar la victoria, la lucha, el sacrificio y la fuerza que nos caracteriza. Si el fútbol ha sido capaz de unirnos a todos y hacernos olvidar por un momento nuestros problemas, ¿por qué no intentamos aunar fuerzas para luchar contra las adversidades? Como dijo Paco González durante la retransmisión de los cuartos de final contra Paraguay: "Mañana tendremos problemas e hipotecas que pagar, pero hoy... hoy somos muy felices". Es el poder del fútbol.

1 comentario:

  1. Ya han pasado a la historia porque ya somos historia. A mi no me gusta el fútbol, pero el que se separa por equipos, el que me gusta, el que me hace ser parte de él, el que consigue ponerme los vellos de punta, es el fútbol en que todos son uno solo.

    Ese poder es capaz de mover a un país ,pero ¿qué poder sería capaz de mover a un mundo entero y hacerlo unánime?.

    Un besito!

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