martes, 14 de febrero de 2012

Magia

Por ser San Valentín, fecha en la que los enamorados hacen apogeo de su amor, dejo esta historia para actualizar el blog. Porque no siempre hay algo que celebrar y no siempre las mejores historias tienen un final feliz.



- ¿Qué más quieres de mí? –le gritó desde la otra punta de la habitación.
- Nada… -susurró ella sin levantar la vista del suelo- No quiero nada.
- Ya te dije que no podía darte nada más… No ahora.
- Contigo no es solamente ahora –inquirió ella sin perturbarse y con el mismo tono tranquilo del principio- Contigo no es nunca.
- No es justo, tú sabías lo que había cuando empezó todo…
- ¿Y precisamente por saberlo tengo que acostumbrarme a esto?
- ¿A qué? –preguntó él clavándole la mirada.
- A nada…

La historia de siempre. Tantas emociones contenidas en una sola habitación y sin poder expresarlas. Ángela no aguantaba más. Había esperado demasiado, como siempre, pero Raúl no iba a poner las cosas fáciles. Era siempre igual. Y aquella noche, en el comedor de la casa de Raúl, parecía que otro final se avecinaba. El enésimo final para una historia que nunca había llegado a comenzar.

- ¿Por qué siempre es igual? –preguntó ella.
- No sé… no te lo puedo explicar. Creo… -titubeó- creo que me he vuelto a cerrar.
- No, Raúl, no solo te has cerrado. Creo que nunca has estado verdaderamente abierto…
- Eso no es verdad –saltó.
- No me lo niegues. No es la primera vez que pasa. En cuanto nos acercamos… ¡zas! Pasa algo y volvemos al principio. Es la historia de nunca acabar. Cuanto más cerca estás de mí, más lejos te acabas yendo…
- Te dije que me costaría… Lo sabías.
- No, Raúl –negó con la cabeza, resignada- Esta vez creí que era distinto…
- No es fácil olvidar, Ángela.
- Pues no haberte implicado ni haberme implicado, nos estaríamos evitando estas situaciones ahora.
- No debí hacerlo –contestó con un hilo de voz.

Raúl se sentía fatal por haberle hecho esto, pero no quiso perder la oportunidad de intentar algo con ella. Podía ser quien le hiciera feliz, pero se anticipó de nuevo. Ahora el pánico le invadía y ante él, optó por huir una vez más.

- Es igual –se giró para evitar que la viera llorar. Cogió su bolso de la silla donde lo había dejado y se dirigió a la puerta.- Siempre espero más.
- No te entiendo.
- Sí… siempre espero más de ti.
- ¿Qué esperabas de mí, Ángela?
- Esperaba algo que no puedes dar, esperaba una mirada, una caricia, un beso en la mejilla, ya no en los labios siquiera, en la mejilla. Una complicidad, algo que en algún momento tuvimos pero que ahora no me puedes brindar… Magia, Raúl, esperaba magia.

2 comentarios:

  1. En ocasiones, aunque queramos, no nos es fácil abrirnos a la persona que tenemos al lado.

    Es duro esperar y no recibir pero también lo es querer dar y no ser capaz.

    Precioso texto. Te va muy bien la carrera estudiada ;)

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  2. Lo sé, es complicado abrirse, no todo el mundo tiene la misma facilidad. Pero es demasiado esperar algo que nunca terminar de llegar... te lo digo por experiencia :)

    Gracias por tus palabras y por leer los textos de esta elcherita :P

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