jueves, 2 de agosto de 2012

(X) 23. Los remordimientos de Silvia

Tanto Silvia como el doctor Rivero se quedaron sorprendidos ante el panorama que se encontraron en aquella celda. Rápidamente, el doctor, con ayuda de la celadora, bajó a Ángela de la tubería donde estaba suspendida. Silvia estaba completamente paralizada por la imagen. El doctor la despertó a gritos para que le ayudara a reanimar a la joven.

Entre los dos le quitaron la soga del cuello. El doctor le tomó el pulso y comprobó si todavía respiraba. Comenzó a practicarle el masaje cardiorespiratorio para intentar reanimarla. Silvia imploraba para sí misma que Ángela volviera en sí. La celadora se levantó y fue a avisar a la directora.

El doctor Rivero continuó con el masaje hasta pasados diez minutos, momento en que desistió y miró a Silvia con signo negativo.

- No se puede hacer nada. Era tarde ya cuando hemos llegado –dijo el doctor con pena mientras se frotaba la frente tras la fatiga-. Pobre, tan joven…

Silvia comenzó a llorar y salió de la celda mientras ahogaba un sollozo. En ese momento, la directora vino seguida por la celadora que la había alertado.

- ¿Qué ha pasado? –le preguntó a Silvia, pero ésta no pudo contestar.
- Señora directora –le alertó el doctor desde dentro de la celda- Pase, pase.

La directora entró en la celda y vio al doctor junto al cuerpo sin vida de Ángela. El médico movía su cabeza de lado a lado y apretaba los labios en señal de impotencia. La señora Jiménez se cruzó de brazos.

- No he podido hacer nada, de verdad, señora directora –susurraba el doctor.
- No se preocupe, doctor –hizo una pausa- ¿Por qué habrá hecho esto?
- ¿Quién sabe? –apuntó.
- Avisaré para que se la lleven. Tómese el día libre, doctor. Ya ha hecho bastante por hoy.

La directora salió de la celda de nuevo y se encontró con Silvia en el pasillo, quien todavía estaba llorando por todo lo acontecido. Se colocó a su lado y le preguntó si sabe por qué lo había hecho.

- ¡No sé, no tengo ni idea! –saltó a la defensiva.
- Tranquila, tranquila, solo te pregunto –intentó calmarla.
- Pues no sé nada –balbuceó.
- Está bien.

La directora no creía las palabras de Silvia, sabía que escondía algo y que sabía los motivos que llevaron a Ángela a suicidarse. Pero era la propia Silvia la que no sabía por qué lo había hecho. Morente y Nacha no podían haberla amenazado porque estaban en la celda de castigo. Pero, ¿entonces qué? Quizá Ángela sabía lo que le esperaba tras la salida de ambas reclusas, quizá no se quiso arriesgar y decidió terminar con todo. Pero, ¿hasta el punto de acabar con su vida?

Silvia se encontraba fatal. Se sentía culpable por haber revelado a la directora la autoría del ataque a Raquel. Quizá si lo tendría que haber dejado. Ahora Ángela seguiría viva. Se fue pasillo arriba sin dejar de llorar en dirección a la enfermería. Estuvo allí durante horas. No quería ver a nadie más y no dejaba de llorar. Tanto estuvo haciéndolo que llegó un momento en que de sus ojos ya no manaba líquido alguno. Estaban hinchados y muy enrojecidos.

La puerta de la enfermería se abrió y una cara conocida entró. Silvia se dio la vuelta, se quedó mirando a quien había entrado y se lanzó a sus brazos buscando comprensión.

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1 comentario:

  1. ¿Hay algo más detrás de la muerte de Ángela? Acabas de descolocarme totalmente... y he empezado a dudar muy mucho de la directora... =S Tanto tanto que creo que está más metida en el ajo de lo que aparentemente parece... Pero a saber!!! =O

    ¿Y quién entra en la enfermería? Diría Raquel pero quedaría demasiado obvio y pienso también en Ana... pero claro, como es tu relato X... pues a saber... =p

    Intriga, intigra everywhere... jajaja Sigue estando chachi y yo sigo escribiendo que para eso soy la cansina de turno (y cotilla!!! xDDD)

    Un besote ^^

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